¿Conducimos nosotros a los barcos o nos conducen ellos? Los llaman chatarra", "hojalata". Hay barcos con nombre masculino y son femeninos. Y a la inversa. Ha unos que te rechazan en cuanto les pones el pie encima, te echan, te zarandean, te hacen tropezar con las cañerías, y otros que te acogen como si fueras uno de sus torillos, de sus cazonetes, de sus clavos...
Y, sin embargo, ¿quién ha visto heridas más sangrantes que las que producen la herrumbre o el minio añejo en las costillas? ¿Quién ha oído quejido más humano que el de la chimenea al copular con la bruma, o el que se oye cuando hay tempestad, sin que mano alguna haya tirado del alambre de la sirena? Ella brama sola al desposarse con el viento... Dos ojos. Uno es verde como una esmeralda. El otro, rojo como un rubí. Los llaman luces de situación. Pero son ojos. No conducimos a los barcos, son ellos los que nos conducen".
