Las relaciones entre la mayoría heterosexual y la minoría gay se están redefiniendo en nuestro país de forma sustantiva. Las primeras asociaciones militantes surgen en los años setenta; tras una etapa de letargo, a finales de la década de los ochenta se va articulando una interlocución política fuerte y unificada, colocando en la agenda política las reivindicaciones del movimiento en tanto derechos de ciudadanía; el eco en la prensa y en multitud de agentes sociales indica que, a principios de los noventa, la persecución pública basada estrictamente en la orientación sexual era ya intolerable. En la actualidad, el reconocimiento legal del matrimonio para lesbianas y gays supone importantes cambios que afectan a elementos centrales que regulan las distintas formas de la vida en común, desde la aparición de nuevos modelos de subjetividad hasta el modo en que concebimos las relaciones de pareja y la paternidad/maternidad. ¿Qué está pasando? ¿Se ha acabado la homofobia? Aunque aún convenga ser cautos, la igualdad formal está al alcance de la mano. En la larga vía de una equiparación plena, este texto propone una mirada sobre las rearticulaciones de la intolerancia en el discurso público, bajo la apariencia de neutralidad técnica y corrección política, con el objetivo de contribuir a una reflexión necesariamente colectiva acerca de lo que significa la intolerancia en general y ser gay en las sociedades actuales.
