ATAVÍO Y PUÑAL
Con vocación narrativa y una escritura que es propiamente pintura, visión plástica y táctil, María Ángeles Pérez López enhebra una sucesión de personajes dramáticos (no en vano una cita de 2666, de Roberto Bolaño, ancla las que abren el libro) que se funden en un solo dolor, una sola causa desesperanzada, urgente e innegociable.
Atavío y mortaja, se diría del efecto de ese hilo que hilara Remedios Varo y que Frida Kahlo aceptaría para bordar sus últimos trajes; fotografía despojada en un autorretrato de Claude Cahun, de Yayoi Kusama; una aventura interior. Una visión (?la mujer pinta un prado y saltamontes / sobre su calva blanca y aterida?) o un dolor al que dar forma, ése parece el mandato que ha escuchado la poeta, la artista.
Olvido García Valdés