“La caza de brujas contribuyó a destruir el poder social de la mujer, a desvalorizarla como sujeto”

Sarah Babiker
El Salto Diario
19/03/2019
capitalismo
Caza de brujas
Violencia machista

La activista y teórica feminista Silvia Federici está de gira por el Estado español. La autora de Calibán y la Bruja abordará uno de sus temas de estudio fundamentales, la memoria histórica de la caza de brujas, en un encuentro que tendrá lugar el próximo fin de semana en Pamplona.

En el momento de esta entrevista, hace pocas horas que Silvia Federici (Parma, 1942) ha aterrizado en Madrid después de un vuelo transatlántico. Una podría esperar que el cansancio impregnara el discurso de esta mujer que cuenta con varias décadas de lucha y teorización feminista a sus espaldas. Sin embargo, durante más de un hora, repasará muchos de los desafíos que ha enfrentado y enfrenta el feminismo.

Referente del feminismo autónomo italiano, integrante de la campaña por el salario doméstico en los setenta, Federici lleva una vida invitándonos a reflexionar sobre la relación de los movimientos con el poder, sobre el rol del trabajo reproductivo en el capitalismo o sobre la acumulación primitiva a costa de las mujeres y los pueblos.

Pero si hay algo que moviliza el entusiasmo de la autora de Calibán y la Bruja (Traficantes de Sueños, 2010) durante esta conversación, es precisamente el estudio de la persecución a las mujeres acusadas de brujería. Una historia perdida, de la que sabemos muy poco, y que sin embargo puede servirnos para entender el pasado y leer el presente, argumenta. Así, esta visita de Federici al Estado español tiene una cita central: acudir al Primer Encuentro Feminista sobre la Caza de Brujas que tendrá lugar en Iruña del 22 al 24 de marzo. El evento forma parte de una campaña que la misma Federici viene impulsando junto a la Editorial Traficantes de Sueños. Esta primera entrevista, centrada en esta temática, forma parte de un conversación más amplia, de la que publicaremos dos entregas más en las próximas semanas.

Recuerdo que al leer Calibán y la Bruja me resultó fascinante la recuperación de la historia sobre la caza de brujas. Es una obra que te interpela para repensar el pasado y lo que supuso para las mujeres, para el mundo todo, esta persecución. ¿Cómo volver a esta historia nos puede ayudar a interpretar el presente?

En primer lugar, es que hoy también existe la caza de brujas, por ejemplo en África, en India, en Papúa Nueva Guinea. En Arabia Saudí están matando mujeres acusándolas de ser brujas: así, en el mundo islámico, también se está difundiendo esta idea de que existen las brujas. Se trata de procesos que se incrementan en la década de los 80 y 90. Mano a mano con el proceso de globalización, con la privatización de la tierra, con un proceso brutal de despojo.

Más recientemente, por ejemplo, hemos visto en Estados Unidos, no caza de brujas en sí, pero en la cultura popular, hay toda una cultura mediática que está relanzando la temática de las brujería en formas muy muy perversas, como si se tratara de un tema de diversión. Se hace película tras película en las que se representan mujeres como brujas, como seres demoníacos, seres destructivos que tienen poderes sobrenaturales que son incapaces de controlar.

Por tanto, me parece que ésta es una temática muy muy actual que se debe afrontar.  De ahí este encuentro que vamos a hacer, este programa que tenemos para revisitar, recuperar la historia de la caza de brujas en España y en el futuro también en otros lugares. Necesitamos visibilizar este proceso, esa persecución que se ha ocultado históricamente, que nunca se ha considerado importante —a ninguna mujer, a ningún hombre le han enseñado qué fue la caza de brujas—, que se ha prácticamente borrado, o peor, se ha convertido en una leyenda, una fuente de diversión.

De las brujas también se ha hecho un personaje que es mítico, legendario, y en los lugares donde hubo persecución se ha armado también una especulación comercial, se venden las muñecas de las brujas. Todo esto me parece una cosa verdaderamente peligrosa y perversa.

De qué maneras afectó la caza de brujas a la situación social de las mujeres

Nosotras hemos tomado esta iniciativa de recuperar esta historia, poner luz y decir qué pasó, que ese conocimiento salga de la academias, salga del ámbito de los historiadores especializados que escriben libros que poca gente lee. Que sean las mujeres, las nietas de las mujeres que fueron quemadas, quienes revisiten hoy qué les pasó a sus abuelas, qué les pasó a esas mujeres, porque, en primer lugar, nos damos cuentas de que la caza de brujas se acompañó también de una campaña de terror contra las mujeres que ha dejado un impacto muy fuerte sobre la condición social, sobre la imagen de quiénes son las mujeres, ha contribuido a destruir el poder social de la mujer, a desvalorizar a la mujer como sujeto social.

Es importante también añadir que la caza de brujas en los siglos XVI y XVII y después, fue también exportada a las colonias a través de los misioneros, de los conquistadores. En América Latina: Colombia, Brasil... Sirvió para fustigar, demonizar la lucha de los esclavos. Así, creo que es muy importante recuperar esta historia ante todo para comprender cuáles fueron las fuerzas sociales que implicó, cuáles fueron sus motivaciones y cómo todo esto impactó en la condición de la mujer y su relación con el presente. Cómo nos ayuda a comprender el incremento de la violencia contra la mujer, de la cual somos testigos cada día en cualquier parte del mundo.

En segundo lugar, pero también muy importante, es que hoy la caza de brujas regresa, tenemos muchísimos casos en varios países del África, en el norte de Ghana hay varios campos de concentración donde mujeres que son acusadas de brujería huyen para protegerse. Estas mujeres se encuentran con situaciones terribles. También en Tanzania o África central, ha habido persecuciones.

¿De qué se les acusa exactamente?, ¿por qué se las persigue y castiga?

He estudiado este fenómeno y creo que está muy conectado con procesos de globalización, con procesos de expansión de la relación capitalista, una expansión conectada con el despojo de la tierra, su privatización. Por ejemplo, hoy en África hay un ataque a las tierras de los africanos, a sus tierras comunales. Están las compañías mineras, la petrolera, los energía verde. Prácticamente, las tierras de los africanos —las comunitarias sobre todo— son cada vez menos.

Entonces inician procesos perversos. En este contexto intervienen estas sectas pentecostales que son los nuevos misioneros, que tienen su origen en Estados Unidos y son financiados por sus fuerzas de derecha. Están exportando toda una visión religiosa, muy muy negativa, muy peligrosa, que dice que el diablo, satanás está conspirando. Van a estas comunidades que ya se están desagregando por el ataque económico, por la acción del Banco Mundial, del FMI. Pero ellos dicen que la culpa es de Satanás, que hay gente en la comunidad que está tramando contra los demás.

Difunden manuales contra satanás, el diablo, el pecado, todo esto ha creado situaciones de desconfianza en comunidades donde ya el empobrecimiento general crea conflicto social. En India también, hay bibliografía que conecta este incremento de las acusaciones de brujería, de las matanzas de mujeres —están quemando a mujeres vivas como antes, las entierran vivas— con el ataque a los bienes comunales, la tierra comunal, el despojo, el empobrecimiento, todas estas cosas.

Como en el pasado, es muy conveniente para los poderosos —en un momento de ataque a las comunidades, a las relaciones comunitarias— crear estas sospechas de la bruja, del enemigo que vive en la comunidad. Así se rompe la solidaridad en un momento fatal, en un momento de gran urgencia donde la solidaridad debería ser total. Hay bibliografía sobre estas cuestiones, pero por parte de antropólogos, etnógrafos que son quienes están abordando este tema, o incluso periodistas. Pero en los movimientos sociales de esto no se habla. Hay tantos problemas que África parece una realidad muy lejana.

Todo esto me está haciendo pensar en momentos en los que la explotación capitalista brutal ha llevado a algunos pueblos a formular explicaciones o figuras esotéricas que encarnaban el despojo y el sufrimiento.

Es una conexión interesante porque se trata también de historias coloniales. Por ejemplo, en Kenia en los años 30 y 40, la investigadora Luise White ha escrito este libro muy importante sobre los vampiros que era una visión realista de lo que le pasaba a la gente. Sentían que les sacaban la sangre, les mataban. El colonialismo se apropiaba de toda su riqueza vital, de toda su energía.

Parece que esto está regresando. Las historias de zombis en Sudáfrica, por ejemplo, están volviendo, pero esta vez se articulan no contra el explotador sino contra las mujeres, y sobre todo contra las mujeres mayores. Por otro lado en el Congo, o en la República Democrática del Congo, hay toda una denuncia de los misioneros pentecostales que dicen que hay niños que están poseídos por el demonio. Así, en los últimos años se han creado dos figuras, el cazador de brujas, que va de país en país, como antes, y el exorcista. A este último, la gente le llama para que libere a su niño, al que se acaba torturando.

Hay gente que en el empobrecimiento general se ha creado pequeños negocios entorno a esto. Resulta muy conveniente también para los jefes locales, las autoridades que tienen compromisos con compañías mineras, generar esta confusión. Es muy importante sacar a la luz todo esto.

Entonces, ¿se ha pasado de representar la explotación o al explotador como una figura esotérica o monstruosa, a buscar el mal entre los propios miembros de la comunidad?

Durante miles de años, sobretodo en comunidades agrícolas precristianas, han existido leyendas de espíritus que pueden ser buenos o pueden ser malos: si tú te comportas bien con ellos te favorecen, si no, te pueden matar. Pero la idea de que hay personas que son demoníacas, que son totalmente malas, es una cosa nueva típica del cristianismo que divide el mundo en dos: el bien y el mal, Dios y Satanás.

Esta visión dualista no es herencia de creencias precristianas. Esta visión del diablo como enemigo de la humanidad, la bruja que es una persona que pone en peligro a la humanidad, que vive para hacer el mal, el mal por el mal, es una visión que aterroriza, que elimina toda empatía, elimina la posibilidad de solidaridad con estas mujeres. Si no, cómo se puede explicar que las quemaran vivas, la gente miraba cómo las quemaban. Las habían demonizado. Yo creo que esto también está sucediendo ahora.

Esta campaña que estamos haciendo tiene varias motivaciones, una es comprender la herencia de la caza de brujas, y también hacer justicia. No digo que se pueda hacer justicia hablando, pero en cierto modo nosotras somos la voz de estas mujeres que fueron torturadas, quemadas, a quienes les robaron la voz de la garganta. Nos han privado de su historia.