Este libro no es un escrito marxista. Ni siquiera materialista por principio. Su autor, como cristiano convencido, es portador de una concepción del mundo idealista y religiosa. Cabría preguntarse, entonces, por qué motivos una editorial marxista y atea militante decide publicar una obra semejante. En primer lugar, porque a pesar su idealismo religioso la obra puede considerarse, con rigor, comunista y revolucionaria. En segundo lugar, lo confesamos, porque queremos combatir el infantil, perezoso y simplón ateísmo pequeñoburgués, que cree poder despachar cualquier fenómeno religioso con la simple declaración de su irrealidad. En tercer y último lugar, porque el rigor del autor demuestra, en relación con lo anterior, una tesis que queremos remarcar: todos los caminos llevan al Comunismo. También el de la exégesis bíblica científica. Juzgue el lector si estamos, o no, en lo cierto.
