HUMO

Adrián Magro de la Torre (Madrid, 1990) presenta su primera novela, ?Humo?. Tres historias que se cruzan; tres vidas que han tocado fondo; tres personas abocadas a tomar las peores decisiones.
La cara más oscura de la sociedad

Son muchas las veces que una lectura nos pone en contacto con la cara más sórdida de la sociedad. Me veo entrando en las vidas rotas de sus protagonistas, destruidas, como un mero espectador que se sabe a salvo de la inmundicia que les rodea y que, por suerte, no me puede llegar a salpicar. Cuando les abandono y dejo de ser testigo de cómo han acabado así, de cómo se han convertido en un despojo del ser humano que fueron, siento alivio, pero también tristeza por todas esas existencias echadas a perder.

Esta sensación la he tenido en la propuesta que nos hace Adrián Magro. Nos ofrece unos perfiles tan encarrilados a un triste final que la sensación de agobio mientras avanzaba a través de las páginas de ?Humo? ha sido tan intensa que casi me he visto conteniendo la respiración según llegaba al desenlace.
Tres personajes tocados? y hundidos

Miguel, un joven boxeador que la emprende a puñetazos para descargar esa ira, esa rabia contenida en su día a día. Busca consuelo en la violencia disfrazada de deporte, hasta que eso también le sabe a poco.

Clara, una prostituta, harta de ese trabajo que le obliga a gemir como una autómata, a contonearse y cabalgar sobre viejos babosos y marchitos. Harta de dejarse manosear por cualquiera que quiera gastar su dinero a cambio de un rato de sexo.

Javier, un exconvicto que quiere reinsertarse en la sociedad amasando pan. Aunque pensándolo bien, ¿realmente quiere empezar de nuevo?
Ópera prima a tener en cuenta

?Humo?, este primer libro escrito por el joven autor madrileño que debía haberse convertido en un guion cinematográfico, es una idea interesante, novedosa y bien escrita.

Adrián va presentando a sus personajes con frases cortas, casi como a fogonazos. Esta técnica, en la que las descripciones se dejan de lado, es un acierto en esta obra corta pero intensa. Es así como deja que el lector se haga la composición mental de la historia, con sentencias directas al grano. Hace uso de un lenguaje coloquial, rudo, llamando a las cosas por su nombre, lo que le aporta realismo a las tramas.

Nos encontramos con tres relatos que a priori parecen inconexos, pero que a medida que leemos vamos viendo el delgado hilo que los une, y que al final nos daremos cuenta de que no era tan delgado.

Disfruto mucho leyendo obras de autores consagrados, de grandes clásicos de la literatura, pero también me gusta darle la oportunidad a autores noveles que tienen mucho que ofrecer y cuyos textos te sorprenden y, en este caso, incluso te llegan muy a dentro. Dice una frase que: ?No hay humo sin fuego? y en la novela de Adrián Magro hay mucho humo y mucho fuego, pero del bueno.



Marta Pérez


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