Fin del mundo, fin de mes, misma lucha. La lección del ecologismo popular de los chalecos amarillos

Los retos de la ecología social
Organiza: 
Nociones Comunes
Ponente: 

Aldo Rubert, investigador y docente en sociologia política

08/04/2024 - 19:00
Ateneo Maliciosa / ONLINE
Curso
Entrada previa inscripción

Sesión presencial y online. En Ateneo La Maliciosa - Traficantes de Sueños c/Peñuelas, 12

"las clases populares no pueden estar condenadas a la desmovilización"


El heterogéneo movimiento social de los chalecos amarillos incendió las calles de Francia y puso contra las cuerdas al presidente Macron a finales de 2018, evidenciando la dificultad de una transición ecológica que no tenga en cuenta las diferencias de clase.

La lección de esa movilización “no es que la tarificación del carbono sea imposible, sino que hay que hacerlo siendo conscientes de los efectos distributivos”, recordó el historiador económico Adam Tooze. Por un lado, esa revuelta cuestionó las caricaturas erróneas de las poblaciones rurales como más contaminantes. Por el otro, evidenció la necesidad de conciliar justicia climática con social bajo el eslogan “Fin del mundo, fin de mes, misma lucha”, popularizado en Francia desde entonces.

Durante las últimas décadas, el imaginario ecologista estuvo muy marcado por los partidos verdes, además del proyecto lleno de contradicciones de un capitalismo compatible con la urgencia climática. Eso contribuyó a la valoración social de las prácticas “ecorresponsables”. Es decir, una ecología concebida a partir de gestos individuales —ir en bicicleta, conducir un coche eléctrico, comprar en un supermercado biológico…— mucho más fácilmente al alcance de clases medias y altas de grandes ciudades que de las categorías modestas rurales. Y una parte significativa de las clases trabajadoras, sobrerrepresentadas en los chalecos amarillos, desconfía de esta ideología verde. Estas categorías modestas rurales reivindican, a su manera, una “ecología popular” y local basada en la autoproducción (cocina, reparaciones, conservas o bricolaje). También destacan por su relación estrecha con la naturaleza y el campo (con el bosque, la horticultura, la cría de pollos, la reutilización del agua de lluvia, el uso de productos de la caza o de la madera). Es la ecología de aquellos que saben que es más lógico y óptimo consumir menos que consumir mejor.

Aunque inicialmente criticados por su oposición al impuesto sobre el carbono, los chalecos chalecos amarillos han expresado un sentimiento más amplio de injusticia hacia un sistema fiscal ecológico percibido como injusto. Comparten actitudes favorables a la protección del medio ambiente, al tiempo que desconfían de la retórica moralizante de la ecología dominante y sus mandatos. Esta sesión abordará cómo las clases populares, con modos de vida más ecológicos, politizan sus prácticas. Se reapropian de la ecología, revelando una forma de ecologismo que tiene en cuenta la realidad material de los bolsillos. Conscientes de su posición y del impacto de su consumo, se ven a sí mismos como objetivos ilegítimos de los mandatos medioambientales dominantes que no valoran sus prácticas ahorradoras. Sin embargo, además de esta autodesresponsabilización, a través de la lucha de los chalecos amarillos responsabilizan también a "los de arriba" ("el 1%", "los ecologistas", "los políticos", "las empresas petroleras”). Aunque la desmovilización predominó en los chalecos amarillos desde el verano de 2019, algunos grupos más resilientes continuaron protestando y reuniéndose en rotondas, convertidas en espacios de politización y vínculos sociales. Otros también impulsaron jardines-huertos colectivos, distribución de cestas de frutas y verduras para los más vulnerables. O se sumaron a otros colectivos ecologistas para oponerse a proyectos nocivos con el medioambiente, como almacenes de Amazon.



Textos relacionados:

 

Libros relacionados